Poder decir adiós
Nunca me han gustado mucho las despedidas. La primer vez que recuerdo haberme separado de mi mamá, estábamos en el aeropuerto, ella haría haría un viaje de unos días, pero aún recuerdo el sabor amargo de aquella separación.
¡Ay que lloriqueo, que sentimiento más fuerte, que desaliento, que dolor!, era de entenderse, yo era una niña. Pero ¿Y que pasa ahora?, ya no soy aquella niña y las despedidas aún son terribles para mí.
En mi último viaje de 2 SEMANAS, el que me miraba en el aeropuerto, quizá pensaría que yo me iba para Irak a ofrecerle mi vida a los gringos. Con ese llanto desgarrador, que salía desde lo más recóndito de mis entrañas, eso era lo menos que se podía pensar. Lo mismo me pasó cuando mi esposo, en ese entonces novio, se iba para Chavon (Por 1 semana), cuando me fui para Nueva York el año pasado (Por 15 días) y cuando dejaba a Anna Lia, mi sobrina, en el colegio.
Gustavo Cerati dice que: “Poder decir adiós, es crecer”, pues yo, sinceramente, no he crecido.
Ginnette
octubre 15, 2007 at 4:06 pmA mi me cuesta mucho despedirme, aunque no soy llorona, voy con una angustia todo el camino.
Saluditos por aqui, gracias por visitarme!
Mr.Pichon
octubre 16, 2007 at 2:14 amhay dio, q mal q c t mete eso…pero es parte d ti…q le vamos a hacer
Arturo
noviembre 7, 2007 at 3:48 pmCon cinco pies… creo que no.