Familia, Maternidad

Las culpas de mi maternidad

Dicen que el primer hijo sufre mucho, por nuestra inexperiencia, que es quién paga las consecuencias de nuestros errores como primerizas, que son así como un experimento, aunque no me gusta el término. En mi caso, puedo dar fe de que así es, mi hijo nació en una época en la que lo “correcto”, lo que promovían los expertos era el desapego y yo me lo creía, nació en un país en el que las cesáreas son cosa de rutina y en el que lograr la lactancia exclusiva es como participar en una carrera olímpica con obstáculos, es por eso que mi maternidad está plagada de culpas, vacíos existenciales que me quedaron por no haberme empoderado en su momento y por no haber sido más firme en mis decisiones. Aquí un poco de mi experiencia personal:

 

    1. Cesárea programada sin motivo alguno: Mis 40 semanas se cumplían en año nuevo y mi doctor de aquel entonces me informó poco tiempo antes, que se iría de vacaciones para la fecha. La noticia no me cayó bien, principalmente porque no era capaz de ponerme en manos de un doctor sustituto que no conocía, luego de ser tratada todo el embarazo por una persona en la que confiaba. Él propuso poner fecha para la cesárea para antes de su viaje, yo no accedí inmediatamente, pero luego, el miedo por dejar al azar un proceso tan delicado, me hizo ceder ante una cesárea programada y aunque nació en un tiempo prudente, mi hijo no nació exactamente cuando quería nacer.

 

    1. No lacté: Las cosas no siempre salen como uno las planifica, la pediatra que recibiría a mi hijo, tuvo un importante problema de salud para la fecha de mi parto, lo que hizo que tuviera que dar a luz con el pediatra de turno, quizás muy bueno, no sé, pero distante. El señor fue a mi habitación al otro día de la cesárea, me dejó unas indicaciones por escrito y la recomendación de hacerle la circuncisión, eso fue todo, en ningún momento se interesó en ayudarme a lactar, ninguna enfermera se interesó tampoco, así que empecé el proceso sola, pero lo hacía mal, lo que obviamente hacía que mi hijo estallara en llanto, llevando a mi esposo y a mí a la desesperación, haciendo que sucumbiéramos ante la fórmula. La fórmula le hizo daño a mi hijo y pasamos por un proceso de cambio de leche en varias ocasiones y ¿Qué decir de lo costoso que nos resultó? Nuevamente cedí ante el mundo y su idea errónea de que las mujeres no somos capaces de proveer lo necesario para nuestros hijos.

 

    1. La alimentación complementaria en principio no fue la mejor: Tenía un trabajo muy exigente y me valía de compotas prefabricadas y de papillas para su alimentación. No me tomaba el tiempo de preparar sus alimentos de forma natural y en dedicarme cien por ciento en que recibiera una gran variedad de alimentos y en que probara diferentes texturas, lo que me dejó un niño muy selectivo para comer y aún lo sufro.

 

  1. Lo dejaba llorar: Dejar llorar al bebé para que se durmiera, era el método por excelencia hace 7 años, no dormir en la misma cama y no atender sus rabietas, era lo que “debía” hacerse (me salto lo de dormir en la misma cama, porque si lo hicimos y es lo más rico del mundo), aunque si intenté lo de dejarlo llorar varias veces, lo que detonaba una bomba de estrés que llegaba a todos en la casa. Ahí el instinto me hablaba, lo que se sentía bien para todos era el apego, pero a veces me dejaba llevar de lo que recomendaban “niñeras expertas” y doctores calificados y renombrados.

Apegándome a como me habría gustado que fueran las cosas, he llegado a sentirme fatal, a sentirme mala madre, pero yo sé que no lo soy. Lo que en mi caso particular, siento que fueron errores, son en realidad consecuencias de no haber estado informada, de ser más insegura de lo que soy ahora y de haber estado cansada por un trabajo que se llevaba todas mis energías.

No puedo echar el tiempo atrás, pero si pudiera, definitivamente tomaría otras decisiones, por el bien de mi hijo. Ahora me encuentro esperando mi segundo bebé y quiero hacer las cosas de manera diferente, aunque siento que le debo mucho a mi primogénito.

Este segundo embarazo me encuentra segura de lo que quiero hacer y de cómo quiero que sean las cosas, me he valido de la información que ofrecen muchos grupos y cuentas interesantes en redes sociales. Aunque no del todo, conozco sobre crianza con apego, como debe ser la alimentación complementaria y sobre lactancia exclusiva, de hecho, la semana pasada tuve mi reunión mensual con la Liga de la Leche.

Sé que las cosas podrían ocurrir diferente a lo que tengo planeado, pero haré mi mejor esfuerzo por brindar calidad y lo mejor a esta criatura que espero.

Responder